Molí dels Frares
Estudio publicado: 4 de noviembre de 2019. Carmen Cárcel García.
El molí dels Frares se conoce también como el molino de Santo Domingo o de Gámir.
El complejo molinero se sitúa al final del camino del cementerio de Campanar, en la actual Partida de D´Alt, lugar propio de molinos y de las mejores huertas regadas con el agua directamente cogida del río… Este molino, de origen bajo medieval, es el artefacto hidráulico más antiguo que se conserva en el territorio de Campanar. A pesar de la protección y del valor histórico – artístico que esta arquitectura posee, ya que está catalogado como BRL, de interés etnológico, hidráulico, arquitectónico y paisajístico (RSPGV), su estado actual es de total abandono a la espera de una diligente intervención de mejora o rehabilitación que salve esta pieza histórica de un fatídico desenlace final.
A partir de diferentes documentos E. Guinot aporta datos históricos sobre el molino: Su origen es bajomedieval, probablemente de finales del siglo XIII, fue construido por un mercader dedicado al negocio de tejidos, Pere Mercer, que pertenecía al patriarcado de la sociedad valenciana y que pronto se convertiría en noble. Por su enclave, próximo a la acequia de Petra, bien podría corresponder a uno de los molinos musulmanes citados en el Llibre del Repartiment. Se conoce también que este molino harinero, en un principio y arrocero a posteriori, en 1598 fue vendido por Miquel Joan Gàmir al real convento de Santo Domingo que fue su propietario durante diversos años. Se tiene conocimiento que el molino anteriormente se le conocía por Pallarés y que tenía cuatro muelas, dato que nos da una idea de las dimensiones y actividad del molino. Aparece citado en diversos documentos registrales como la lista de la Cofradía de la Plutja (1672), las Ordenances de la sèquia (1771) o el inventario de Madoz (S. XIX). En 1887 entre sus muros habitaban 41 personas. Sus propietarios actuales son los herederos de Juan Blat, industrial molinero, natural de Mislata, donde también tenía como propiedad el molino de la Sal. Este industrial fue el artífice de la ampliación de las instalaciones en la década de los treinta, trasformando el edificio en un complejo molinero que estuvo activo hasta bien entrado el siglo XX.
Hipotéticamente se piensa que el molino formaba parte del conjunto de una alquería señorial perteneciente al noble Pere Mercer1, pero la falta de estudios arqueológicos y estratigráficos en la zona no permite asegurar a ciencia cierta mucho más de lo que se conoce actualmente. El molino propiamente dicho, se situaba en posición transversal a la acequia. Éste fue remplazado por otra edificación más moderna que se construyó en la década de 1940 sobre la base del antiguo molino islámico, eliminando el cuerpo de muelas original. Las paredes son de mampostería enlucida con algunos detalles ornamentales clasicistas.


El edificio lateral situado junto al camino y que conserva sus trazas originarias, es una construcción tardomedieval, seguramente adosada posteriormente al molino. El estudio del mismo ha sacado a la luz que se trata de un edificio poco común, está formado por dos crujías paralelas a fachada y arcos de medio punto que aligeran el muro de carga central, está desarrollado en dos plantas y tiene cubierta a un agua con vertiente a fachada. Por las características diáfanas del espacio creado, bien se podría asemejar a una pequeña Lonja, como lo reafirman los arcos ojivales de la fachada que han sido cegados a lo largo del tiempo. Un caso parecido se repite en la lonja lateral de la Alquería del Moro en Benicalap. El uso del edificio, seguramente, estaba dedicado en planta baja a intercambio comercial, mientras que la planta alta se destinaba a almacén y vivienda del molinero. Es en una de estas dependencias donde se descubrieron las pinturas de gran tamaño que representa la batalla de Salses en el Rossellón del siglo XVII1. La pintura anónima parece ser testimonial de los hechos ocurridos en el campo de batalla, con una interesante representación de la escena, el paisaje, los personajes, así como la indumentaria y armamento de la época.
La diversidad de diferentes sistemas constructivos y fábricas utilizadas en múltiples intervenciones no han permitido hacer una lectura del estado original del molino clara. Miguel del Rey en su descripción sobre el edificio comenta que la estructura está formada por líneas de carga muy confusas, algunas perpendiculares a fachada y otras no, con desniveles entre cada una de las estancias de dudoso origen. Los forjados mantienen la tipología tradicional valenciana con viguetas de gran escuadría (27cm. ancho) talladas y bóvedas de ladrillo de 80 cm. de luz. La composición de sus fábricas muchas de ellas realizadas con la técnica del tapial, las esquinas de sillería, las impostaciones clasicistas, etc, dan una idea de la riqueza patrimonial que supone este edificio.
Al cuerpo primitivo se le han ido añadiendo edificaciones de nueva planta muy recientes en el tiempo, finales del siglo XIX y principios del XX, que han asumido las diferentes actividades desarrolladas en el molino hasta el cese de la actividad.